Nos fuimos en 3 coches hasta el aparcamiento del pto. del Arenal, que es donde comenzaba la ruta propuesta y mientras nos preparabamos para comenzar una niebla bien espesa y hùmeda se nos iba hechando encima, menos mal que ibamos preparados para todo.
Conforme se iba empinando la cuesta la nieve iba haciendo acto de presencia y el tiempo se empeoraba cada vez màs, pero las sensaciones eran buenas, algo nos decía que a pesar de todo lo pasarìamos bien, aunque no veìamos nada del paisaje que nos rodeaba.
Y empezamos a pisar nieve, al principio poca, pero conforme la altura era mayor...hasta la rodillaaa!! la niebla tambien se convirtió en lluvia, que junto con el viento que soplaba bien tambien...pues eso...una gozada....:))
En la zona mas alta del calar existe un ganadería de toros bravos, de los que topan...pues cerca del mirador que hay sobre la cueva de los chorros, empezamos a oir cencerros entre la espesura de la vegetaciòn, creíamos que nos los ibamos a encontrar...pero eran otro tipo de bichos, que aunque tambien tenían cuernos, eran ellos los que nos temían. Y ya entretenidos con las cabras decidimos almorzar debajo un gran arbol, bajo sus ramas, resguardandonos un poco de lo que estaba cayendo.
Nos pusimos en marcha y todo se iba complicando, ya no se veía ningun camino o senda por donde ir, ni siquiera algun rastro, menos mal que los gps nos iban guiando y la intuiciòn de Jose Luis, que conocia la zona, haría que llegaramos a buen puerto.
El calar nos estaba mostrando toda su fuerza. Alguien me dijo dias antes que en estas condiciones, ni pastores, ni cazadores, ni gente que conoce la zona, se atrevian a subir...no sé por que lo diría...:)) lo estabamos pasando bien, la aventura estaba resultando buena y a pesar el mal tiempo...ibamos disfrutandola.
Y llegamos a las inmediaciones del pozo de la bomba, que estaba que reventaba de agua, tenía formado un riachuelo que teníamos que cruzar y que por su profundidad no encontrabamos por donde sin mojarnos los pies, que ya de por sí estaban algo humedos por la nieve.
El siguiente paso era dirigirnos a ver alguno de los tejos que hay por allí, Jose Luis, que los conoce, eligió al abuelo de ellos, solo tendría unos 2 mil añitos de nada, por lo que iniciamos su busqueda con una mejoría del tiempo, tan buena que hasta salió el sol y fué donde verdaderamente vimos el calar en todo su explendor blanco.
El tejo estaba un poco escondido, tuvimos que subir durante un buen rato, pero valió la pena por lo que nos ibamos encontrando al paso.
Y al fin llegamos, trabajo costó, pero mereció la pena ver un arbol tan singular y con esa edad...a ver si cuando tengamos esa edad estamos igual...
Con el trabajo que costó y la hora que era aprovechamos para comer, que ya había hambre.
Con le tripa llena seguimos nuestra particular ruta y ya la cuestión era encontrar la senda que nos llevaría de vuelta bajando el calar. El día se arregló completamente y se había acabado el tan mal tiempo que nos acompañó al inicio.
Localizada la senda y reagrupados, empezamos la bajada y conforme avanzabamos y la altura disminuía, el espesor de la nieve hacía lo mismo, hasta que desapareció completamente y el suelo volvimos a verlo.
La ruta llegaba a su fin, nos acercamos a la ribera del rio Mundo y vimos la gran cantidad de agua con la que bajaba, lo que nos hizo pensar en el ir a ver Los Chorros, que debían de estar "bonicos"...y dicho y hecho...sería pecado el no ir.
La verdad es que quedamos impresionados por la gran cantidad de agua que caía de la cueva, que practicamente tapaba todas las rocas que normalmente se ven cuando lleva un caudal menor y que muchos recordamos así.
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